17 diciembre, 2024

Pesar por el fallecimiento de la académica Beatriz Sarlo

Beatriz Sarlo encarnó como pocos la figura del intelectual, una especie que la cultura actual parece relegar cuando más se lo necesita. La movía la necesidad de saber, la curiosidad más genuina. Lectora voraz desde muy temprana edad, no se quedaba sin embargo en la letra de los libros. La llamaba también la experiencia directa de las cosas, el contacto sin mediaciones con la realidad, y dedicó su vida a desentrañar sus significados. Reunía en su persona la hondura reflexiva del pensador y la capacidad de observación del cronista. En ese ida y vuelta entre las ideas y los fenómenos concretos construyó una obra que reunía los mejores atributos de la crítica literaria, el ensayo de ideas y la crónica de viajes o periodística.

Fue, siempre, un espíritu joven. La necesidad de comprender, unida a su capacidad de observación, la llevó a indagar con lucidez en los cambios culturales y políticos de nuestra sociedad hasta sus últimos días. Su mirada y su registro se fueron ampliando para poder dar cuenta de esas transformaciones en los ámbitos más diversos. Su ojo era tan agudo cuando se posaba sobre los procesos políticos como cuando, por ejemplo, diseccionaba los escándalos de las celebridades para entender el modo en que el ecosistema mediático actual había trastocado el concepto de intimidad.

Fue, antes que nada, una crítica literaria. De Sarmiento a Juan José Saer, deteniéndose por supuesto en Borges, recorrió en sus libros el canon nacional de escritores. Su lectura no se reducía a desentrañar los dispositivos estilísticos de la obra analizada o a indagar en las claves internas del texto. Buscaba vincular a los autores con el clima de época y ofrecer además el contexto cultural y político en el que escribían. De ese modo, los ensayos literarios de Sarlo son también un recorrido por la construcción de la cultura de nuestro país.

Como gran observadora, desarrolló también sus dotes de cronista. Puso en juego sus dotes narrativos en De la Amazonia a las Malvinas, libro en el que rescató una serie de viajes por América Latina que hizo en su juventud, durante los años 60 y 70.

En su actividad periodística aunó la profundidad de análisis con su pulso narrativo. Le gustaba ir de incógnito a las grandes marchas políticas en Plaza de Mayo, mezclarse con la gente y tomar nota de lo que observaba para después volcar todo en crónicas cargadas de inmediatez en las que, sin embargo, se colaba la mirada de la analista en detalles u observaciones cargados de significación. Su pasión por la política y el periodismo (y por la cultura mediática en sentido amplio, se puede decir) se despertó muy temprano en su vida. Fue, desde 1978 hasta 2008, directora de la revista Punto de Vista, ineludible ámbito de discusión de la cultura y la política argentina. Colaboró con los diarios La Nación, Clarín y Perfil.

Podía ser ácida en sus observaciones, pero nunca perdió un fino sentido del humor y el manejo sutil de la ironía. Tampoco su entusiasmo por el trabajo. Desde hace unos años, trabajaba en un libro de memorias. “Es una autobiografía centrada en el hecho de no entender, que es mi experiencia constitutiva”, dijo en 2022. Esa vocación omnívora por comprender, en suma, la llevó a profundizar en los ámbitos más diversos y a desplegar una obra de enorme valor en la que se cruzan el ensayo, la crónica y el artículo periodístico. Y fue, hasta el último de sus días, la razón de su inagotable energía.

Por todo eso y mucho más, para la Academia Nacional de Periodismo fue, y será para siempre, un honor que Beatriz Sarlo haya sido una académica brillante. Por eso también, el dolor unánime entre los miembros de la Academia.

Se nos fue la intelectual más importante del país y una académica brillante y austera. La extrañaremos mucho.

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30 octubre, 2024

Entregan diploma de Académica Honoraria a Mónica Cahen D’Anvers

La Academia Nacional de Periodismo entregó el 14 de noviembre el diploma con el título de “académica honoraria” a la colega Mónica Cahen D’Anvers en un Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional colmado de destacados profesionales de los medios gráficos, la radio y la televisión. Al recibir la distinción de manos del presidente de la Academia, Joaquín Morales Solá, Cahen D’Anvers, expresó: “¡Esto es maravilloso! Agradezco con toda el alma todo lo que me ofrecen como cariño, como apoyo, lo que me da la sensación de que lo que hago, lo hago bastante bien. ¡Gracias!”.

En su presentación de la homenajeada, Morales Solá destacó que Cahen D’Anvers “nunca pidió permiso para ejercer la libertada de prensa y de expresión: simplemente las ejerció”. La presentadora de noticias fue durante décadas una de las voces más creíbles del periodismo para la sociedad argentina, especialmente desde la conducción del noticiero Telenoche (Canal 13), además de una pionera en el conocimiento de otras realidades y de personalidades importantes del mundo. “Creo que lo único importante de lo que hacemos los periodistas es compartir lo que sabemos con la audiencia de la manera más sencilla -reflexionó Cahen D’Anvers tras recibir el galardón-. Lo que pasa es que nos tenemos que olvidar un poco de nosotros mismos y acordarnos de para qué estamos”.

En el mismo acto, Morales Solá anunció que también se nombró académico honorario a Jorge Lanata, fundador de los diarios Página 12 y Crítica de la Argentina, y conductor del envío televisivo Periodismo Para Todos (PPT), además del programa Lanata sin filtro (Radio Mitre), y que su diploma se le entregará en cuanto la salud de Lanata lo permita.

En el acto estuvieron también presentes el vicepresidente primero de la Academia, Jorge Fontevecchia, y los académicos de número Santo Biasati, Gustavo Gonzalez, Roberto Guareschi, Nelson Castro, José Ignacio López; Héctor Guyot, Fernando Sánchez Zinny, Miguel Wiñazki, Carlos Reymundo Roberts .

La Academia Nacional de Periodismo tuvo su origen en 1987, en el ámbito del Círculo de la Prensa por iniciativa de un grupo de profesionales de larga y prestigiosa trayectoria. Se llamó entonces Academia Argentina de Periodismo hasta que, el 13 de octubre de 1992, el Poder Ejecutivo Nacional dictó el decreto 1879 por el cual quedó incorporada al régimen de las academias nacionales bajo la denominación Academia Nacional de Periodismo. Una posterior resolución del entonces Ministerio de Cultura y Educación fijó su sede en el edificio de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

En los fundamentos de su creación se destaca que el periodismo, en tanto intérprete de la opinión pública y agente dinámico de la cultura, cumple en la sociedad un papel insustituible.

Entre los fines de la Academia se halla sostener al periodismo como derecho consagrado por el artículo 14 de la Constitución Nacional al establecer que todos los habitantes de la Nación pueden publicar sus ideas por la prensa sin censura previa. Postula que el ejercicio del periodismo se funde en principios éticos y se manifieste por un constante ejercicio de la verdad, y persigue la expresión de un pensamiento ecuánime para juzgar los actos individuales o sociales, y la permanente defensa de los principios republicanos y democráticos. Entre sus propósitos se halla también estudiar e investigar la historia del periodismo, en particular el argentino, para mantener vivo un registro de su memoria. Edita publicaciones, sostiene el proyecto de esta página web y organiza actos culturales y de divulgación, a la par de que forma una biblioteca especializada, una hemeroteca y un archivo documental periodístico.

Ver: https://www.bn.gov.ar/agenda-cultural/academicos-honorarios

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