El trabajo de los trabajadores de la prensa, a la luz de los imperativos éticos que emanan de su vocación profesional, debe servir a la comprensión de una realidad muchas veces esquiva y contradictoria. Y debe proporcionar a los receptores del mensaje periodístico los elementos que lo pongan a resguardo de la deformación, al exageración o la confusión, provocadas –a menudo- por la falta de un procedimiento informativo sereno y eficaz.
Elaborar contextos darle al público la brújula que le permita poner orden en el escenario informativo cotidiano: ese es el desafío ético del periodista en los agitados tiempos que corren.
Y deben saber hacerlo sin retacear no recortar en lo más mínimo el caudal de noticias que trascienden al público simplemente, adicionándole a cada suceso el análisis interpretativo y contextualizador que ayude a su mejor comprensión.
Para hacer honor a ese compromiso, el periodista cuenta con algunos instrumentos tan antiguos como fundamentales: su sentido ético, su inteligencia analítica, su vocación se servir a la verdad. Esas armas deben serle suficientes. Todo lo demás le serás dado por añadidura.
Bartolomé de Vedia